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Jesucristo y los 12 pasos.

Sexto Paso.

“Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de todos estos defectos de carácter.

 

Nos invita a dejar que Dios modifique nuestros defectos. El trabajar con nuestros defectos para una transformación santa es llamado santificación, esto es un trabajo que Dios ha prometido hacer en aquellos que le aman. 

Todo lo que existe en nuestros universo, es controlado por una ley, la ley está sujeta a si misma, y no puede ser cambiada. Cuando Dios creó al hombre  puso una ley de vida en él que fue destruída cuando el hombre decidió desobedecer a Dios, Al pecar fuimos puestos bajo un a ley de pecado y de muerte que es la que gobierna nuestras vidas. Como descendientes de la primera familia somos parte de una misma raza y como tal descendemos de una raza de pecado.

 

La ley de pecado que obra en nosotros nos inclina al pecado y a las obras del pecado. El pecado tiene como retrubición la muerte, así que todo hombre morirá porque es el castigo de la naturaleza de pecado que obra en nosotros. No es hasta que recibimos a Jesucristo como nuestros Salvador que Él nos libera de esa ley activando en nosotros la ley de vida.

 

Al morir Cristo en la Cruz tomó el castigo en si mismo y con eso cumplió la ley que había puesto sobre la raza humana el juicio de muerte. Cuando recibimos a Cristo Jesús como como  nuestro Salvador, entregamos nuestras vidas a Dios y en ese acto Dios nos hace partícipes de lo que Cristo ganó en el Calvario, la liberación del castigo de la muestre y el recibimiento de la ley de la vida en Cristo Jesús.
 

1.    La ley de vida de Jesucristo es aplicada en su espíritu y destruída el poder que la ley del pecado tenía sobre nosotros. Somos justificados por la fe en su obra y somos librados de la muerte eterna. Romanos 8: 1-3.

2.    Isaías 53 nos dice que él fue molido por nuestras rebeliones. Él nos hizo partícipes no solo de su muerte sino también de Su victoria sobre el pecado y la Muerte.  
Romanos 6: 3 nos dice “Porque el pecado no se ensenoreará sobre vosotros pues no estáis bajo la ley sino bajo la Gracia”

En él tenenos santificación, una limpieza diaria que Dios obra en nosotros a través de su Espíriritu en nosotros. Esta obra es realizada de acuerdo a nuestra voluntad, siendo Dios un-Dios sin límites lo único que limita esta obra es nuestra entrega y nuestra limitación a la obra de Dios.  

“No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal…ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentáos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muestros, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.”

Cómo lo hacemos? “No os dejaré solos, sino que enviaré al otro consolador,”

a.    El Espíritu Santo es el poder ejecutivo de la Deidad, el cual trabaja en todas las esferas, tanto físicas como morales. Por medio del Espíritu Santo, Dios creó y preserva el universo. Por medio del Espíritu Santo, “el dedo de Dios” Lc. 11:20, Dios opera en la esfera espiritual, convirtiendo a los pecadores y santificando y sustentando a los creyentes. Gn. 1:2. El Espíritu de Dios en la asociación de su Deidad.   Mt. 3:16; 12:28.

b.    El Espíritu es llamado Santo porque es el Espíritu del Santo y porque su obra principal es la santificación de las personas que han recibido y creído que Cristo es su Salvador. El Espíritu Santo ha venido a reorganizar la naturaleza del hombre y para oponerse abiertamente a todas sus malas tendencias. Lc. 11:13. La condenación del pecado en la vida del hombre. Jn. 16:8. 

c.    El Espíritu de Verdad. En la Palabra y su veracidad. El propósito de la encarnación fue revelar al Padre; la misión del Consolador es la de revelar al Hijo. El Espíritu Santo es el intérprete de JesuCristo. No ofrece una nueva revelación, sino que más bien aclara la mente del hombre, capacitándole así para descubrir un significado más profundo en lo que respecta a la vida y palabras de Cristo. Jn. 14:17; 16:13. 

 

Él posee la verdad, Revela la verdad, Guía hacia la verdad, Testifica de y defiende la verdad, y así, se Opone al espíritu de error. Él tiene el ministerio de enseñanza.

 

d. El Espíritu Santo de la promesa. El Espíritu Santo es así llamado porque el recibimiento de su poder y de su gracia constituye una de las bendiciones sobresalientes prometidas en el Antiguo Testamento. Ez. 36:27; Joel 2:28; Ef. 1:13. Es la más elevada prerrogativa de Cristo, el Mesías, la de impartir el Espíritu Santo. Lc. 24:49; Gá. 3:14.  

 


 

 

 

 

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